A esta le tengo ganas desde el primer momento que tuve noticia de ella. Es decir,
relativamente poco, ya que lo primero que conocí fue su tráiler en internet, y este no habrá salido hace más de... tres o cuatro
meses? Fueron dos los factores que me empujaron a ponerla en mi lista de
“Pelisespañolasenlasquemegastoloscuartosparaverlasenelcineporencimadeprejuicioschorras”:
Primero, ese tráiler, que se basta y sobra
para exponer en un minuto escaso sus argumentos, entre los que encontramos una cuidada
atmósfera de cine negro y una pareja de personajes protagonistas
interpretados por dos conocidos y reconocidos actores. Segundo, saber
que el director es el señor Alberto Rodríguez, que tras tan anodino
y poco comercial nombre alberga uno de los grandes talentos ocultos
(espero que menos a partir de ahora) de nuestro cine.
Es el año 1980 y lo más complicado de
la Transición transcurre en un país que ha pasado por cuarenta
años de dictadura ultraconservadora. La historia nos traslada, sin
embargo, a Sevilla, a un pueblo de las marismas del Guadalquivir
relativamente aislado, tanto geográficamente como en sus costumbres,
donde los cambios no se están sucediendo a la misma velocidad que en
las grandes ciudades. Allí llega una pareja de policías (Juan –
Javier Gutiérrez y Pedro – Raúl Arévalo) que, juntos a su pesar,
tendrán que resolver a marchas forzadas la desaparición de una
pareja de hermanas de la localidad, con fama de promiscuas, suponga
lo que suponga en un entorno como el descrito.

Y tras la sinopsis, me voy a permitir
dejar las interpretaciones (que NO desmerecen la calidad general de
la producción) para el siguiente párrafo, ya que, si me preguntaran
cuál es su principal virtud, diría con total convicción que la
capacidad de este filme de proporcionarnos un plano orgásmico cada,
digamos, tres minutos y medio. La labor de Alberto Rodríguez es, a
riesgo de que el lector piense que esto lo escribe un gentleman
inglés del siglo XIX, de un gusto exquisito. Es que es jodidamente
difícil que este señor haya conseguido que alguien como yo se
abstraiga, y no una ni dos veces, de la historia que ha ido a ver,
para dedicarse en cambio a admirar la belleza de las increíbles
postales que salpican todo el metraje. Desde los hipnóticos planos
cenitales con los que se rematan algunas de las escenas, dándonos
una suerte de perspectiva “divina”, a la simple observación de
las caras circunspectas de los personajes, o la circulación de una
lancha por el río. Si con “Grupo 7” ya me sorprendió la
habilidad de este director para rodar grandes escenas de acción,
integrándolas en una historia sólida y con personajes bien
construidos, con “La Isla Mínima” me convence totalmente de
estar ante uno de los directores más completos de nuestro país (al
menos de los que tengan posibilidades de rodar) en una historia de un
perfil mucho más pausado, que sin embargo nunca es aburrida. Cada
escena tiene un sentido. Cada silencio, como el vacío en una
escultura de Oteiza (ojo, la mayoría de las figuras de Oteiza me
parecen un txurro bien gordo, pero mi profe de Historia del Arte
decía que el vacío era parte necesaria de la escultura y tal...),
nos hace comprender que metiendo cualquier tipo de alocución en ese
instante, no se nos transmitiría tanto como ya ocurre. Cada acto del
guión parece haber sido escrito teniendo en mente los geniales
paisajes que enmarcan la historia, y que Rodríguez exprime en toda
su espectacularidad. Cada vez que alguien dice que esta película es
una mierda,
Javier Gutiérrez MATA UN GATITO.
Declarado
mi “lof” por el pulso del director, no dedicaré menos entusiasmo
a los actores que interpretan a la pareja protagonista. Raúl Arévalo
ya figuraba entre mis intérpretes favoritos de su generación, con
un considerable abanico de registros y casi siempre en producciones
de calidad, todo ello refrendado por su continua presencia en la
pantalla (tanto grande como pequeña) en tiempos tan complicados, más
para un tipo que no es el típico “latin lover”. Aquí nos
muestra un personaje retraído y recto, idealista, ligeramente
abatido en su labor como policía, devaluada en los últimos tiempos
por encontrarse “castigado” a causa de haber sido demasiado
explícito en sus quejas sobre el cuerpo al que pertenece. Al otro
lado de la balanza se encuentra Javier Gutiérrez, quien nos tiene
acostumbrados a papeles cómicos/chorras, como el “Satur” de
“Águila Roja” o el más mítico “Josico” de “Los Serrano”
(dios como lo odiaba entonces...) Pues bien, consciente de las
“tablas” que este señor ostenta a pesar de estar tan
lamentablemente encasillado, Gutiérrez se gana mi respeto por sus
capacidades interpretativas con la muy convincente plasmación de
Juan, un agente de la Ley que comenzó su tarea cuando esta no era
herramienta de orden y derecho sino de control de las personas y de
sus ideas; un sujeto cuyo historial enraíza en épocas más oscuras
y que en cierto modo parece tratar de encontrar la luz, pese a seguir
anclado en usos y abusos que los nuevos dirigentes desearían fueran
dejados a un lado. Ambos llenan la pantalla, la naturalidad de sus
palabras directas y contundentes silencios nos invita a creernos
todas y cada una de las circunstancias en que se sumergen, y a
nosotros de paso. Les acompañan, entre otros, el gran Antonio de la
Torre (qué decir que no se sepa), Nerea Barros, convincente en su
papel de madre atormentada; Manolo Solo, correcto como periodista
“progre” venido a menos; y Jesús Castro, cara reconocible
por haber coprotagonizado “El Niño”, último éxito
en taquilla para una película española, y nuevo exponente de la
moda en alza de “tío bueno malote moreno de ojos verdes”, que de
momento he de decir que como actor no me dice mucho...
Volviendo
a los apartados técnicos, siendo esta vez el mérito de Álex
Catalán, no puedo terminar sin resaltar que la fotografía es
acojonante. Aunando a la vez colores intensos y brumosa oscuridad,
éste director, habitual de Alberto Rodríguez y que ha trabajado con
otros realizadores en grandes trabajos como “También la lluvia” de Icíar Bollaín y “Camino” de Javier Fesser, nos
descerraja directos a la cabeza el contraste entre la belleza de esas
marismas y la negrura de males que albergan, de perversiones y
drogas, de violencia y muerte.
Ciertamente
prefiero no contar demasiado ya que, tratándose de un “thriller”
dominado por el suspense, toda información conocida con antelación
al visionado es demasiada. Todo lo que pudiera añadir desde aquí
sería dar vueltas sobre las mismas ideas. Por ello obviaremos abundar en lo comentado sobre las similitudes con la serie de HBO "True Detective", que las hay, y sobre las que el director ha declarado que la gestación del proyecto viene de antes del estreno de la producción estadounidense.
Terminamos señalando que, poco antes de empezar a escribir esta
reseña, se ha dado a conocer el palmarés del Festival de Cine de
San Sebastián 2014, en el que la cinta se ha hecho con los premios a
Mejor Interpretación Masculina para Javier Gutiérrez y mejor
fotografía para Álex Catalán, además del Premio Feroz concedido
por la crítica. Que ustedes la disfruten.
2 comentarios:
Habrá q ir a verla,...aunque ya la tenía fichada. Y es gracioso porque cuando supe de ella también se me vino a la mente " True detective"
La verdad que me ha sorprendio muy gratamente la pelicula. No soy mucho de cine español, pero he de decir que en este caso lo han bordado.
Por cierto muy buena critica, estoy de acuerdo con todo. A ver si escribimos mas..jeje
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