lunes, 25 de julio de 2011

El "rehab" te hubiese venido bien Amy....

Morirte con 27 años (hubiese cumplido 28 años en Septiembre) deberia de estar prohibido. Lo malo que cuando llevas una vida tan poco saludable como la que llevaba esta mujer, decir que me ha sorprendido que se haya muerto con esa edad, seria mentir. Pues si, hija en vez de decir que no a la rehabilitacion como dices en la cancion, le deberias de haber dicho que si......aunque en el caso de Amy Winehouse, yo creo que el dicho de "entre todos la mataron y ella sola se murio", se cumple sin ninguna duda. Porque la muchacha estaba mal, pero aun asi seguian exprimiendo la gallina de los huevos de oro,...hasta que la gallina ya no pudo mas...

En fin, lo de siempre,....que la droja es muuuuuuu maaaalaaaa, y que quienes dicen que no, aqui tienen otro ejemplo.....Lo que me joroba es que ahora todo el mundo la adorara y patatin patatan, y poco a poco se olvidaran los problemas que tenia esta chica....Que si...que seria muy buena (a mi su musica ni fu ni fa...), pero salir a cantar toda borracha y drogada y que haya gente que te siga aplaudiendo....no se....Aun asi, sigue siendo triste que una persona se muera tan joven....anyway, nos quedaremos con su musica.

domingo, 24 de julio de 2011

Las Críticas del Espectador Estándar: Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, Parte II.


... Y recién aterrizado de unas cortísimas vacaciones de una semana en Ibiza y con la consecuente depresión decidí ir a dejar volar la mente un rato, a evadirme una última vez con historias ya conocidas de varitas, hechizos y Michaeles Jacksons innombrables con carencias afectivas varias.

Definitivamente el desenlace no hace honor a la saga. El primer paralelismo que se me vino a la cabeza fue con "Star Wars: La venganza de los Sith". En cierto sentido ya se sabía lo que iba a pasar en ambos casos, y en los dos casos el resultado se me hizo demasiado obvio, frío... como si el desenlace de una saga no fuese más que un trámite "paso a paso" necesario que hay que cumplir, con efectos visuales por doquier muchas explicaciones de última hora y algún que otro suceso metido con calzador. Simplemente no me ha llegado.


Una vez más afecta en este sentido la consabida "tijera", la necesidad de adaptar el material literario a la gran pantalla. En esta última parte afecta notablemente, sobre todo en los primeros compases. Para empezar el comienzo es abrupto, con un gran salto temporal, bastante desconcertante, entre el final de la parte 1 y el comienzo de ésta. Toda la fase del banco queda de alguna manera "descolgada" del resto de la trama principal, la de la supuesta ensalada de hostias en Hogwarts, pero de eso hablaremos más tarde. Como decía, el comienzo queda un poco en tierra de nadie. Y sin embargo me resultó interesante la manera de contarlo, con dos interrogatorios "feis tu feis" muy cucos a dos personajes que sin embargo no aparentan tener un gran peso específico en el resto de la película (no es que no lo tengan, es que ventilan sus apariciones en lo mínimo necesario). Ídem en el encuentro con Aberforth. Toda la primera parte está impregnada de una sensación de prisa e intrascendencia ante los hechos que se avecinan que puede descolocar, máxime a quien no se conoce la historia de los libros y acude directamente a ver la película. Fuera de eso, y muy en línea con los tiempos que corren, destaco la grata sensación que puede producirle a un "currante" o parado cualquiera ver volar por los aires el equivalente mágico al Santander, con sus pequeños "Botines" dentro...


Y continuamos la travesía, y a toda hostia llegamos al colegio, donde se producen felices reencuentros y etc... Aquí ya hemos alcanzado el final propiamente dicho, y por ello la historia se recreará en los hechos durante, no se... hora y media?? El caso es que, como mencionaba en la introducción, el mayor impedimento que encontramos es ahora la incapacidad de la película de transmitirnos la bomba de emociones que se le presupone al desenlace de Harry Potter, fabricada con una amalgama de misterios desentrañados, muertes varias y la confrontación final cocinada a lo largo de siete libros, ocho películas y con una generación entera pendiente de ello. Según mi humilde criterio no lo consigue; esos "picos emocionales", esos "golpes de efecto", se producen en una sucesión constante, quizá sin tiempo para preparar al espectador entre unos y otros, que muestran un conjunto demasiado "plano" y sin "garra".

Por lo demás todo continúa en la línea acostumbrada. Los efectos visuales son punteros, no hay nada que reprocharles, como nada se puede objetar tampoco a la ambientación, perfectamente lograda (aunque personalmente no me agrada en exceso el tono verdoso que ha tomado el ambiente en las últimas entregas, como para expresar lo enfermizo y moralmente "podrido" del mundillo de Voldemort. Yo me habría inclinado hacia tonos de un azul oscuro, profundizando en la tendencia de las películas intermedias de la saga) y soporte perfecto a la "inmersión" el ese escenario totalmente ajeno a lo nuestro que es el mundo de Potter.


Entre los actores la historia se consolida en torno a Daniel Radcliffe, un chavalín de once años que un buen día se encontró con el papel de su vida y que después de tropecientos años de carrera ha sido incapaz de progresar en el control de sus gestos faciales. Hay algún plano corto en momentos serios de la película en que directamente parece que se está conteniendo para no descojonarse. Podría entrar también en lo forzado de su expresión corporal, pero a grandes rasgos me parece que ya está todo dicho. A su alrededor siguen pululando Ron y Hermione, muy desaprovechados en los últimos tiempos y cuya única misión parece ser darle el puntillo "momántico" a un filme que afortunadamente deja atrás ese carácter que alcanza el nivel de lacra en la sexta película. Reaparecen Maggie Smith echándole ovarios durante un ratillo como Minerva McGonagall, y Alan Rickman como Severus Snape (el pobre está últimamente un poco fondoncete y empieza a alejarse de la imagen que teníamos de antiguo profesor de Pociones). Y, como no Matthew David Lewis como Neville Longbottom, reflejo de esa relevancia y cambio personal que el personaje muestra en los últimos libros. Los demás, aparecer aparecen... otra cosa es que tengan frase...

Lo dicho, un final trabajado del que se esperaba mucho y que sin embargo no es capaz de dejarnos clavados al asiento como sería menester. En apariencia les ha podido la ansiedad de tener un material excesivamente delicado entre manos y no han sido capaces de seleccionar los momentazos o, qué cojones, no han tenido el valor de cascarse un metraje de tres horas para una conclusión que, a mi entender, merecía eso y más.