sábado, 26 de septiembre de 2009

Las críticas del espectador estándar: Distrito 9

Hace como una hora y media que he dejado el cine con un subidón del quince, y ahora mismo todavía tengo la adrenalina allá por donde Juanito Oiarzabal perdió su primer piolet. Después de casi dos horas de tensión, una de las palabras que a mi parecer mejor describen Distrito 9 es PEPINO. Es un jodido pepino; va como un tiro; desde el minuto uno quedas clavado al asiento, y empiezas a sumergirte en ese estilo falso documental rollo "REC" con que comienza y que mantiene durante toda la película.


Wikus Van De Merwe trabaja para la Multi - National United (MNU), en apariencia megacompañía tipo General Electric, metida en todos los saraos. Es un burócrata confiado, cobarde, bocazas y, probablemente, está hasta los huevos de su trabajo. Su suegro es un pez gordo dentro de la compañía, lo que "en absoluto" le ayuda cierto día a ascender, quedando al cargo de la última operación emprendida por la MNU, y que consiste el desalojo del denominado "Distrito 9", que no es ni más ni menos que una suerte de campo de refugiados/favela en el que conviven en torno a un millón y medio de habitantes.


El "quid" de la cuestión reside en que esos refugiados no provienen de ningún conflicto armado de los tantos que pueblan el suelo del planeta, sino que llegaron un buen día a bordo de una gigantesca nave espacial, que quedó suspendida sobre la ciudad de Johannesburgo, lugar del que no volvió a moverse. Cansado de esperar y sin respuesta alguna por parte de los visitantes, el gobierno interviene ordenando que se entre en la nave por la fuerza. [Vuelvo a la vida, ayer me dormí con los dedos en el teclado] Lo que allí se encuentran es una gran población de alienígenas hambrientos y enfermos, que acabarán siendo confinados en un suburbio de la ciudad.

Y a partir de ahí la premisa de la invasión extraterrestre evoluciona en un escenario de constante conflicto social, cultural, económico y de intereses (Delincuencia, control de la población, episodios de odio inter-especies y hasta hábitos alimenticios), con la población humana de los barrios que circundan el Distrito 9 presionando para acelerar el desalojo y los "bichos" convertidos en una clase baja más allá de la clase baja, obligados a delinquir para poder pagar a las mafias que les proporcionan las drogas (Juas) a las que se han vuelto adictos, o simplemente para poder subsistir en un lugar al que lo mas parecido a una estructura económica que ha llegado es un mercado negro de armas extraterrestres y carne, controlado por humanos.


Y es que, si como decían Plauto y Hobbes, "Homo homini lupus", la esencia de "Distrito 9" podría ser expresada como "Homo alienigeni lupus" (creo que está bien, hace bastante que acabé bachillerato). El hombre es un lobo para el alien. No se menciona nada de la vida ni costumbres individuales y sociales que estos seres tenían antes de llegar a nuestro planeta, pero lo cierto es que desde el mismo momento en que los "bichos" pisan la Tierra, sin objetivos que cumplir más allá de ver amanecer, su existencia queda reducida a vagar por la reducida porción de tierra vallada que el Gobierno Sudafricano y una especie de Naciones Unidas les han asignado. Y sin embargo, sin que ellos mismos lo sepan, los amiguitos del espacio exterior transportaban en su destartalada nave materiales que han hecho que más de un gobierno y compañía empiecen a afilar los cuchillos.

Sin embargo, con toda la carga de análisis/crítica que pueda llevar, fácilmente extrapolable a cualquier tipo de sociedad real, vuelvo a destacar en esta película su capacidad de alterar hasta a los muertos. La primera parte, llamémosla presentación, es el ya mencionado falso documental que se supone está rodado con posterioridad a los sucesos que vamos a presenciar, y que con su exposición de los antecedentes y las declaraciones de expertos y ciudadanos, ayuda a encuadrar el resto de la historia. Más tarde seguimos a Wikus llevando a cabo su labor de deshauciar a los alienígenas, obligándoles a firmar la debida orden legal. Durante todo ese tiempo se te transmite una sensación de inseguridad constante, de estar jugando con petardos en un polvorín, a béisbol con un avispero como pelota. Un suceso fortuito desencadenará una vorágine de acontecimientos con el protagonista como eje, durante los cuales unos y otros se enfrentarán para conseguir muy distintos fines. Una vez más, la cámara al hombro y la sucesión de tropecientos mil planos por minuto han conseguido que duerma como un angelote. Como colofón, un final que, siendo como es completamente abierto (ya se habla de segunda parte) cierra la historia apropiadamente. Las marcas de mis uñas en el brazo del asiento del cine dan fe de la fuerza de algunas escenas.


Sharlto Copley es Wikus Van De Merwe, y, pese a ser un total desconocido, hace un auténtico papelón con este personajillo, en ocasiones odioso, pero que no es ni más ni menos que el reflejo de una persona atrapada por la rutina de su vida y su trabajo (por poco habitual que este sea), que súbitamente se ve sobrepasado por unas circunstancias impredecibles, para las que nadie está en absoluto preparado. Todo ello le ha puesto en la palestra, convirtiéndole por obra de la maquinaria de Hollywood en... TARÁAAAAN: nuestro héroe de infancia, Murdock!.

Llama la atención, cuando llevas un rato viéndola, que realmente no se trata de una superproducción. El elenco de actores relevantes es muy reducido: Wikus, su suegro, su mujer, el militar que le tiene "cruzao", el nigeriano chungo, los expertos entrevistados, y poco más. Y es que según veo en internet se ha llevado a cabo con un presupuesto de 30 millones de dólares, notoriamente inferior a lo habitual, ateniéndonos a la calidad desplegada. Por ello, es de reconocer la capacidad que su director Neill Blomkamp y los equipos de diseño y efectos visuales para integrar todo su trabajo en la historia con una naturalidad asombrosa (no puedo evitar pensar que "Alatriste" costó 20 millones de euros y... en fin son dos películas muy distintas. Quizá este sea un caso más parecido a "El laberinto del fauno", en cuanto a eficiencia).

Es Neill Blomkamp, experimentado en efectos visuales y animación, apadrinado por la mitad del Peter Jackson que dirigió "El Señor de los Anillos", el artífice de esta gran película. En principio, ambos eran los elegidos para llevar a buen puerto la adaptación al cine del videojuego "Halo" en calidad de director y productor, respectivamente. Sin embargo, a medida que el proyecto se desarrollaba, el presupuesto necesario fue elevándose desde los 135 millones de dólares iniciales hasta los 200. Las compañías que se hacían cargo de la financiación, Universal y Fox, decidieron apearse del tren. Pero no cundió el desánimo, y tanto Jackson como Blomkamp aprovecharon parte del trabajo de pre-producción de "Halo" para embarcarse en este largometraje basado en un corto del propio Blomkamp: "Alive in Jo´burg". Y sinceramente, tras ver el resultado no me extrañaría que dentro de un tiempo viéramos "Halo" en los cines.

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